sábado, 18 de mayo de 2019

LA CITA



(Escrito en el celular, de pasajero, sin tiempo para revisiones pero con animo de Giro).

LA CITA

La bomba de tiempo espera, ya lista y ya activada, bajo las tranquilas mecedoras de los capos de escuadra del Giro.

Esos mismos capos que han convertido en Tour a la Corsa Rosa, con su correr de amarretes contadores de calorias y watts, esos cuyas miradas no ven cincuenta metros adelante, sino que se pierden en el nevado y gélido horizonte de la terceta semana. 

Fueron varias las citas con el valor a las que acudieron los padrinos pero de las que se excusaron los contendientes, y por ello el Giro no ha sido el escenario de las emboscadas, quedándose en una competencia de mera eliminación, donde la suerte ha ocupado en la definición de la general el lugar que correspondía a los actores principales. 

No solo la suerte ha mostrado su cara impredecible y a veces cruel; también varios actores de reparto se han rebelado contra un guion que parece fabricado por el escritor de los ultimos Tour de Francia, con escapadas minuteras, con andares trotones, con un grupo guardando en el banco los ahorros para las cronos y cuestas por venir.

Mas, no hay plazo que no se cumpla, como dice el adagio. Ha llegado la hora de destapar las cartas, de saber si Roglic ha perdido su punch, o si, aprendido en el ajeno cuerpo del desfondado Yates del 2018, dejó ir a Carapaz por razones de estrategia. La hora ha llegado para un Yates que entró al Giro escupiendo al pavimento y pisando la saliva como retador matoncillo de colegio; "si yo fuera mis rivales, tendría que cambiar de calzoncillos", eso dicen que dijo. Ahora es tiempo de que demuestre que puede aterrorizarlos, con su poder ciclistico, hasta la penosa incontinencia estomacal. 

Parco, sereno, trabajador y disimulando con su hablar quedo los signos de un inoportuno resfriado que parece no haber ido a más, Miguel Ángel López esquiva las preguntas fuera de carrera, pero asoma su faz concentrada en los momentos decisivos.

Nibali, siempre Nibali, está allí, haciendo honor a su remoquete. El tiburón de desliza silencioso, escondido entre el cardumen de los pequeños peces que ondulan y dan volumen al colorido lote. Y el scualo olfatea y acecha la debilidad, la sangre de la presa. No dejes ver, Roglic, una gota, pues este tiburón cimbrerá sobre el caudal del asfalto para hacer su festín, igual que hará con cualquier otro.

La bomba de tiempo corre ya para todos y estallará este domingo en una crono engañosa, mitad plana, mitad ascenso, mitad de nada y mitad de todo. No es la crono clásica ni la cronoescalada, no hay porcentajes para que el escalador haga valer su ventaja peso/potencia, y tampoco será el manjar que desearía el especialista de la mera potencia. Incluso los directores técnicos no prevén cambio de la cabra, pues suponen que hasta la rueda lenticular dará beneficios en todo el recorrido. 

La bomba de tiempo estallará también para esos actores secundarios que quieren encarnar al héroe de la película: los Conti, los Rojas, los Carboni. Y algunos a su paso o frente al televisor se pondrán de su lado, como se hace callada fuerza por el más débil en la pelea de box, cuando no se tiene un favorito. 

La bomba de tiempo explotará lenta; en la cerca de una hora de agónico esfuerzo contra el aire, el cansancio y el miedo a la debacle, y su estruendo acallará todos los sonidos, exepto el del viento, que siempre brama en los oídos para recordarles el poder de su invisible tapia, y ese muro los hara sentir en la boca una lengua dilatada -que impide respirar-, y esta vez no habrá gregarios salvadores. Solo el ciclista contra sí mismo y solo cada uno contra un ejercito al que une un único afán: el de derrotarle.

Carapaz, Bilbao, Landa, Majka, y los demás, escucharán todos el llamado del tiempo...
Tic Tac, tic tac, tic tac. Ya no hay relojes que resuenen, es el intranquilo corazón martillando en la noche insomne. 
Tic Tac, tic tac, tic tac. La bomba de tiempo resuena en cada gota de lluvia contra la ventana.
Tic Tac, tic tac, tic tac. Dicen que nadie está más solo que Díos en el infinito...excepto un ciclista ante una infinita hora de soledad.




viernes, 26 de enero de 2018

ENCRUCIJADAS I
SKY: RENOVARSE O ...

El sprinter que levanta los brazos a una nariz de la raya y antes de cruzar la línea blanca ve pasar al rival que creía vencido; Valverde y purito que siguen impotentes la marcha triunfal de Rui Costa en el mundial y se quedan escupiendo el amargo ripio de la derrota en frases recriminatorias; el ciclista que, como Neo en Matrix, mira la componenda de verdad y mentira simbolizadas en la pastilla azul o la roja, vitaminas o doping que lo llevaran a la áspera conciencia del trabajo -muchas veces sin recompensa- o al despreciable paraíso de los triunfos de estafa. Decisiones, encrucijadas. La eternidad de la gloria contenida en un denso y apremiante segundo o en lánguidos meses de espera. Así, pues, estos días vamos a escribir sobre un par de esas encrucijadas.

Porque el ciclismo profesional, como la vida misma, se urde en una trama de decisiones que se toman antes, en y después de cada carrera. Audacias o errores de táctica y estrategia, valoraciones con la asfixia de la urgencia que se gritan a garganta reseca o se decantan luego de justipreciar decenas de variables deportivas, casi siempre… y a veces otras, enraizadas en escenarios comerciales unas veces o cuasi delincuenciales otras, y esperamos que esas sean las menos. Todo cabe en la vuelta de una rueda.

FROOME Y EL SALUTAMOL: ENCRUCIJADA I DEL SKY


Lluvia sobre lluvia, no vamos a repetir lo repetido sobre el caso del keniata, iremos un día más allá de un posible fallo “adverso”: …y, en el incierto caso de que Froome sea sancionado hasta más allá del Tour por sus valores excedidos en salbutamol ¿quién es el plan B? Ya vimos que el B del Real Madrid no ha funcionado ni una peseta y sabemos cómo le está costando ulceras al Florentino o cómo amenaza la continuidad de Zidane. Sky, por su billetera abultada y mano amplia, es el Real o el Barcelona del ciclismo, de ahí el ejemplo.

Los de la gorda billetera tienen varios príncipes aspirantes que mencionamos en imperfecto desorden, como corresponde a la casi caótica actualidad de un equipo que lleva en su espalda a un hoy cuestionado líder, especulaciones sobre supuestas ayudas mecánicas extralegales, sanciones por racismo y otras posibles por la presunta actitud dolosa de un tío como Moscón, y un fardo de dudas sobre sus pretendidos prístinos principios que apuntaban a un límpido cielo como honesto límite. Pues, con eso en el bidón, serían estos los delfines con ansias de tiburón: Poels, Gerraint Thomas, David de la Cruz, Diego Rosa, Michal Kwiatkowski, Henao o el joven Moscón -que impresiona en todos los terrenos y podría estar cualquier semana a un paso de la perfección-; pero para él -y otros- sabido es que, aunque apunten esta temporada a más que buenas maneras, el Sky no se caracteriza por dar wil card de capo a los que no han hecho el curso completo. Hay casos como el de Kiriyenka, que pasó sus mejores años sin gozar de la confianza suficiente del equipo, mero Cireneo llevando el pesado carro del lote, 70 km de viento por etapa.

Poels se ha hecho confiable al máximo como gregario, especialmente en la tercera semana de una grande, pero no acumula triunfos de trapío y ha sido frágil de salud, propenso a lesiones y castigado por alguna caída, que siempre siempre son inoportunas.

Gerraint cada año parece estar a un paso de, de algo grande, de ese pasito que falta para que al 11 se le borre un 1, eso que distingue al año siguiente al ganador. Unas veces por suerte, otras por inconsistencia.

De la Cruz avanza, pero aún no da punto de merengue; al menos no para enfrentar los “espalda plateada” en tres semanas de regularidad perfecta. Diego Rosa tiene un motor enorme, como esos que  carburan los clasicomanos, mas, luego de su personal año bisiesto, ha bajado sus acciones y tampoco ha dado garantías de ser un tres semanas irrompible. Kiato, Michal Kwiatkowski, el polivalente que todo lo hace y lo hace bien todo, el resurgido después de un ciclo gris, el que se gastaba en embalajes para luego tirar del carro y aún aspirar a una más que decente clasificación considerando los sobreesfuerzos, es una moneda al aire. Llevarlo de líder significaría muchas cosas: que Sky desbanque tipos con más charreteras, un cambio de preparación para que su ritmo trotón sea más explosivo y apto para la escalada, pero sin perder buenos números en la CRI y que también su metrónomo le dé, si es necesario, para sumar algunos segundos en embalajes del largo camino…muchas puertas que cruzar.

Sumémosle al panorama que ya no están Richie Porte, de quien no es necesaria ninguna ilustración, o Mikel Nieve (ese tan constante y sólido cicerone de finales altos, con más de un top 10 en las grandes, gregario con posibilidades) o agreguemos que ninguno de los mencionados en el párrafo anterior ha sido líder real del equipo en la máxima cita de julio; ellos no han llevado la cargante loza del favoritismo que se adosa como grillete a la insignia del Sky, ni han respondido con esplendor y suerte cuando han probado un buen sorbo de liderazgo en las otras grandes. Las carreras de una semana no cuentan en esta cuenta. Por eso no es de esperar que el solidario Henao reciba el voto de confianza, o algún otro de sus características.

TREINTA PERLAS ¿Y LOS DIAMANTES?


La nómina de Sky, ahora de blanco, crece como la coliflor: con muchas cabezas de cercanas estaturas. Una treintena de perlas, un rosario al que elevar plegarias por 36 millones de euros. Sin embargo, entre ellos hay los jóvenes como Sivakov, Geoghegan Hart, o Bernal, que son eso, jóvenes, sensacionales jóvenes, pero sin horas de vuelo y los dos puntos de hervor necesarios. Otros, entrando en la treintena, no están para buscar la flor imperial en el Tour –porque hablamos del Tour, cita casi excluyente para el equipo-; son los Castroviejo o Beñat, gran ciclista en su especialidad el primero y una joya que opacó la mononucleosis, el segundo. Y claro, en la treintena de joyas tiene que haber otros, los que van para el arduo trabajo asistencial antes de que comience la tv. A esos no los veremos en la primera página, son perlitas; los verdaderos diamantes son para lucirlos en el rostro del lote.

Una variable son los nombres y otras los recursos de la inteligencia o el poder: según estos, la estrategia del team británico fue siempre muy similar: sacar tiempo y aguantar. Echaban al haber con sus diamantes en la Crono por equipos y en la individual, con el Sir Bradley o después con Froome, que también podía regalarnos un ataque furibundo en la primera empinada seria de la ruta, de preferencia no muy extensa. Luego sus capitanes cubrían el aire al líder hasta una fanega antes de meta y listo, al podio. Le alcanzó a la calidad de Froome en el primer Tour de Nairo, entre otras cosas porque este último se desgasto en muy anticipados ataques antes de que le cayera de improviso el puesto de capo. También les funcionó, como no y mucho, ese jugar con los límites de la norma el día que Porte se ganó una insignificante sanción –que nada importaba en la general propia y si valía un potosí para salvar a su líder- por llevarle geles al keniata el día que se encontró con el tío del mazo camino del Alpe de Húez. A porte le dieron 20 segundos de sanción, menos de un segundo por cada curva del afamado recorrido, a Froome le podía caer un diluvio de segundos si hubiese respetado el deber ser de la carrera.

Le alcanzó a Sky en la segunda amenaza de Nairo, el año que Unzue se casó con el doble podio para reconocerle méritos a Valverde, sacrificando un título que tuvo a la mano.  Y le alcanzó cuando Froome estaba más sólido y los galgos de la generación del 90 no habían terminado de despuntar; pero ¿están los posibles herederos de la responsabilidad de Froome para la misma estrategia? Pueden con los Bardet, Landa, Quintana, Zakarin, Majka, Yates; con los algo más mayorcitos Porte y Urán, de suficientemente contrastada calidad; con los que dudan a donde apuntar, o los que van al Giro y por alguna circunstancia de preparación o carrera pueden terminar engrosando la lista como Dumolín, Chaves, Nibali, Aru, Lopez, etc ¿pueden con las mismas tácticas y estrategias con esa endemoniada jauría que quiere a rey muerto rey puesto? Sabemos que perlas sí que hay en el sky, pero los diamantes se dan en África, según nos dicen.

En mi colegio cantábamos con voces destempladas por los hervores de la adolescencia el himno del alma mater que nos exigía sacrificios y remataba con esta frase lapidaria en la que teníamos como única herramienta para cumplir los compromisos:"un estandarte solooo: renovarse o morir”. Esa es la encrucijada de Sky si el peso de los varios cuestionamientos que rondan a su equipo se le cruza como un rinoceronte desbocado a Chris Froome: renovarse en tácticas y estrategias con las perlas que tienen o morir con las botas de repuesto puestas y expuestas, porque parece que los diamantes sòlo son eternos en el título de ese viejo film.
Ladies and gentlemans ¿ustedes que opinan?

lunes, 3 de julio de 2017

NOTA DE INVITADO: POR KEV y NEMECA

NO SOMOS EL OMBLIGO DEL MUNDO



Sé que esto puede causar consternación en alguna parte del pueblo colombiano, afortunadamente, en aquellos que no nos leen; pero es justo decirlo de una vez por todas: no somos el ombligo del mundo.

Por tanto, es justo aclarar que el cambio de color del equipo Sky no fue, como afirmó algún compatriota, una forma de demeritar, de ofender, de perseguir el tricolor patrio en la camiseta de nuestro querido Sergio Luis Henao.

No somos el ombligo del mundo: por tanto, los presuntos periodistas que sin saber de ciclismo acompañan a los ciclistas colombianos en las carreras internacionales, no están obligados a preguntarles a los ganadores de etapa y los líderes que nacieron en países ignotos como Albania y Eritrea, cosas tan desatinadas o imprudentes como: cuando esperan que el colombiano les quite la camiseta, que opinan de la apabullante superioridad con que los pasó Gaviria, que opinan de  Colombia y sus mujeres (pregunta obligada) y si ya han probado y les gusta el ajiaco santafereño.

No somos el ombligo del mundo: es decir, que los foristas de otros países tienen derecho a hablar de sus ciclistas, a esperar que también ellos ganen, a ver virtudes en los suyos y defectos en los maestros, sin que eso los convierta en "gonorrea hijueputa, le voy a dar piso. Usted no sabe con quién se metió, pirobo". 

En Colombia hay gente muy buena, muy noble, muy trabajadora, muy decente; pero también está la otra gente, los que realizan una función sin estar realmente preparados para ella, y la gente que adoptó los tics de la cultura traqueta. La gente intolerante, ignorante, atrabiliaria, irracional y arbitraria. La gente que no da razones ni analiza, esa que cree que Dios y el destino están en deuda con ellos simplemente porque saben cómo subirle el volumen al equipo de sonido.  Esos serán sucios como ombligo de marrano pero ni así son ni serán el ombligo de este hermoso pero desordenado mundo y conviene que se enteren.

viernes, 30 de junio de 2017

SECCIÓN PARA INVITADOS. HOY CON NEMECA

MATRIX Y LA PASTILLA AZUL (cápsulas de realidad)



No hablamos por supuesto de la pastillita azul aquella que se consigue en las farmacias antes del feliz desorden, esa que, como hace la Real Academia de la lengua con las palabras: "da esplendor" al ego del varón. Hablamos de la otra, de la pastilla que en la película Matrix permite al que la toma ver la realidad. En Colombia preferimos la otra, la pastilla roja, eficaz para el olvido, cargada de una manotadita de tontería, ideal para evadir los incómodos efectos de la verdad. 

ESTE NO PARECE QUE SERÁ EL TOUR DE NAIRO Y CHAVES

Soy de esas personas que admiran de verdad a Nairo, no por  la fama, sino por como se ha impuesto a ella, por su valor, por su decencia y responsabilidad. Quisiera que le fuese bien siempre, pero en este Tour no espero sus mas grandes gestas.

Ahora, antes del Tour 2017, hablo con gente buena (de nobles sentimientos), y me dicen que son optimistas respecto del triunfo de un colombiano en el tour este 2017. Yo los miro con cariño, pero les pregunto: ¿y dónde va a sacar esa ventaja Nairo luego de lo que pierda en las dos contrarreloj, los vientos, las etapas planas y los descensos? Ellos me miran con afecto y compasión antes de decirme: lo que pasa es que no tienes fe. Y es cierto.

"Pero", les digo, "es que el asunto de la fe es algo muy irregular. Funciona un día sí y otro no, un año sí y otro no, un siglo sí y una veintena de siglos, no". Entonces vuelvo y les pregunto -más allá de la fe, de la Cruz con el ámbar relleno de tierra sagrada, de la virgen del almorzadero, del Papa y del monseñor ese que agarraron en Roma en plena (plenísima) orgía: "dónde puede sacar Nairo esa ventaja que le de el Tour".  Porque:

1.- Buenas llegadas en alto para él hay dos, y las demás son etapas de montaña que terminan con largas y poco beneficiosas bajadas para el nuestro o en muros. 

2.- Porque Quintana, por razones de tamaño y peso, no es uno de los que mejor desciendan en el mundo y en los descensos tiene un riesgo mayor de perder tiempo que de ganarlo (es así aunque algún día puede estar en una buena escapada que saque una minutada bajando, pero esto no es lo normalmente esperable).

3.- Porque no sacará tiempo en los días de lluvia, de viento, de embalajes masivos. Por el contrario, corre el riesgo de perderlo.

4.- Porque, aunque en Colombia nos gusta pensar que el hijo de don Luis es el mejor escalador del mundo, lo es sólo en altas cuestas y que sean cuestas a repetición. No lo es en escaladas explosivas, ni en masivas llegadas rápidas -aunque piquen hacia arriba-, y no lo es en las cuestas unipuerto, por más que éstas sean más o menos largas. Hay varios tipos de montaña en las que el nuestro no es el dominador, y por el contrario allí suele perder algún tiempo (a los números me remito). 

5.- Nairo viene de un Giro muy disputado, seguramente arrastrando fatiga (Mollema y Pinot, que también lo hicieron, ni sueñan disputar el tour). Además, su pico de forma puede ser decreciente hacia el final de las tres semanas, mientras las apuestas de Christopher Froome, Romain Bardet, Fabio Aru y Alberto Contador, entre otros, apuntan a lo contrario: programaron frescura para un rendimiento creciente en la segunda y tercera semanas. 

6.- El equipo escogido para Quintana, a pesar del monumental apoyo que puede ser Valverde, aparece algo descompensado para la cantidad de montaña y las oportunidades de emboscada. Ciclistas como Rubén Fernández, Marc Soler o el propio Richard Carapaz (que se distingue por su sentido de la oportunidad) debieron ser considerados. Carlos Betancur, al que si fuéramos técnicos del Movistar no llevariamos, tendrá en este descompensado equipo un gran peso de responsabilidad, algo a lo que parece un poco alérgico.

Entonces, no se trata de milagros, santos o vírgenes; se trata de que el de 2017 es, desde que Nairo aparece en la lista de participantes, el tour que menos favorece al de Boyacá. Se trata también de que este es el año en que más cabezas de equipo de origen colombiano estarán en la salida, pero justamente el de mayor incertidumbre respecto de su rendimiento. Sin una temporada plena, confiable y regularizada, llegan el lesionado Esteban Cháves, el fracturado Darwin Atapuma, un Betancur que no ha probado jornadas extensas, repetidas, con subidas largas y también repetidas. Urán, Pantano y Nairo tal vez sean los más en forma, pero el de Cómbita acumula un cansancio que podría (tan sólo podría -y esperamos que no-) castigar su segunda y tercera semanas. 

La baza más importante con que cuentan Quintana, a la fecha nuestra baza más constante, es su regularidad impresionante, y aunque ninguno la mencionó, a ella nos aferramos cada vez que pensamos en un buen resultado para el mayor de los Quintana.

Los buenos resultados de Chávez pasan por la asimilación de kilómetros que haga su organismo y se podrían dar en alguna etapa de la tercera semana. Rigoberto, que tempranamente había anunciado que no iría por la general sino por etapas, podría encontrarme disputando el top 10 por obra y gracia del inconstante rendimiento de Andrew Talansky. Carlos Betancur, como casi siempre en los últimos años, es un tiro al aire, y el puma Darwin viene sin ritmo y sin confianza, por lo que es un poco difícil que tenga un rendimiento superlativo. Llegado su momento Jarlinson pantano deberá brillar, pero solamente en su función de gregario.

En el transcurso de estos más de 20 días de carrera el panorama puede mejorar o empeorar, pero hasta ahora se nos antoja como un horizonte de incertidumbre.

Esperemos que el verano francés en lugar de quemarnos nos traiga una primavera para este lado del mundo.

viernes, 8 de julio de 2016

UNA TELENOVELA QUE TERMINARÍA EN DIVORCIO

CONTADOR - KREUZIGER

UNA NOVELA QUE TERMINARÍA EN DIVORCIO




La foto dice mucho, pero no lo dice todo. Tomada a espalda –la resentida espalda- de Alberto contador, la imagen amplía la soledad del pinteño porque, entre el sólido muro de camisetas, refulge el fosforescente brillo de la de su coequipero, Roman Kreuziger. Un Kreuziger que medio se vuelve a verlo, no se sabe si con preocupación o alivio, desde una insalvable distancia.

El  checo argumenta que no escuchó, que no se dio cuenta del predicamento de su líder. Contador, que cada vez pedalea mejor, se destapa en la salida de la sexta etapa y lo denuncia: su “compañero” desobedeció las órdenes del equipo…pero, agrega, ya todo está arreglado.

¿Arreglado? Hummm. Si nadie le cree a Roman (nosotros tampoco), estamos ante una herida que cerrará lento y dejará cicatrices, porque el asunto pasó del entorno del equipo al circo del Tour, a los titulares y entrevistas, convirtiéndose en un culebrón de telenovela, reviviendo viejas historias de canibalismo por el liderazgo y haciendo saltar del diccionario del pedal palabras como lealtad, solidaridad, estrategia. Palabras que aluden a intereses personales en un equipo que –supuestamente- se acaba, o también al desgobierno y la impotencia de su director deportivo.  Curioso para un equipo que en el 2000 llamó a sus filas, como consejero de estrategias colectivas, al ex soldado de la Unidad de Fuerzas Especiales del Ejército Danés (la Jægerkorpset), Bjarne Slot Christiansen, quien impuso una filosofía y métodos de trabajo basada en cuatro valores: comunicación, lealtad, compromiso y respeto. Un chiste, considerando la imagen que dio el equipo en esa quinta etapa

QUIEN MANDA A QUIEN

Esa filosofía del actual tinkoff fue con Bjarne Riis, el antiguo propietario y director, sacado a codazos por el nuevo patrón. Riis fue un ciclista tan ligero como una nevera antigua, que se elevó al cajón principal del Tour con mejores alas que el Redbull: el danés prefirió la seguridad de la EPO (en su confesión aseguró que fue “sólo” durante cinco años).

Ahora es diferente: en el Tinkoff es tan visible como su camiseta que, quien manda, es don dinero y don dinero se llama Oleg Tinkov. El director deportivo es un asesor de bolsillo del ególatra propietario, uno de esos ricos que dejó otro desgobierno, el que sucedió a la Unión soviética. Un festival de oportunidades para los emprendedores; pero también -y acaso más- para los ladinos, los ex funcionarios, los militares, y para los delincuentes con buenos abogados.  Y ese entorno en el que forjó fortuna el magnate, de seguro no es el paraíso de la lealtad. Pues bien, Oleg ha sido un poco de todo eso que se necesitaba para triunfar allí: inició su camino estudiando minería, luego creó una pequeña empresa de tecnología, de allí pasó a los alimentos y la cerveza, y aterrizó, como no, en el menos que solidario mundo financiero. La fortuna no le llegó vestida de lotería, simplemente estaba ceñida a uniformes, trajes de funcionarios y, según se dice con retumbantes ecos, vestida de los trajes costosos de la mafia rusa. La suerte, pero la suerte de tener buenos “amigos”.

Y el que manda en el Tinkoff es un tiburón que se ceba en esos triunfos que le permiten pisar el podio y llenar las pantallas del mundo con su sonrisa de guasón; triunfos que en lo que va de Tour han tenido larga melena y nombre de Papa: Peter. Y el que manda no solo es exitista,  también es un mediático matoneador que regaña y amenaza, ya sea a Alberto Contador o Sagan (porque según él no justificaban su salario), ya sea a la UCI o la ASO, por el botín de euros que arrastra el carnaval del ciclismo, o porque una regla no se acomoda a sus intereses.  



LA PAREJA EN DISCORDIA

Casi todo es sabido sobre Contador: es muy valiente, ataca desde lejos, vive de cuando en cuando los extremos de mucha buena o muy mala suerte, es hábil con la palabra y la usa para desestabilizar a sus rivales como si estuviese en un juego de póker –y con ello se ha hecho de buenos aliados circunstanciales en momentos críticos, y de rivales enconados-, no da un paso sin contar con sus asesores de imagen y su nombre ha estado asociado al ciclismo de la sucia estirpe por la Operación Puerto (sin reales pruebas) y por el descalificador uso del clembuterol, que según él, provenía de una jugosa tajada de carne contaminada. En resumen, Contador es un fenómeno mediático y claramente un líder en toda regla.

Roman Kreuziger ha sido un ciclista dotado, un escalador vigoroso en clásicas y un diésel en las grandes; pero sería más fácil calificarlo como un “aguas tibias”, un ciclista irresoluto…hasta ahora. Tal vez hasta ahora, cuando se decide a optar por sí mismo, quizá consciente de que está pasando el meridiano habitual de maduración del ciclista (tiene 30 años). Su capacidad la rubrica con la general de la Vuelta a Suiza (2008) el Tour de Romandía (2009), la Amstel Gold Race; sin embargo, parece pesarle como una losa el cartel de líder de equipo y, en su lugar, se ha hecho un nombre como gregario. En esa función ha vivido la decepción de arrastrar a Contador, con quien formó fiel pareja, en el Tour de Francia 2013. Su 5º lugar habría sido un podio de no ser porque lo dio todo remolcando a un jefe visiblemente inferior en fuerzas. Fue obediente y lo pagó mirando la premiación desde abajo. El de Pinto, al parecer, se quedó corto en los agradecimientos a su locomotora checa.

Ahora, otra vez, parece que Alberto está un punto más abajo debido a las secuelas de las caídas y también ahora el equipo parece estar a punto de acabarse. Los años pasan y las oportunidades del hijo de otro Roman (también ciclista y ganador de clásicas) se acortan. De seguro pensaba en eso cuando lo atrapó para la historia la foto reveladora.

Contador, es nuestra impresión, aún no lleva mortaja ciclística en este Tour, pero debe saber que al menor despabile será abandonado a su suerte por Oleg y Yates, el dócil director deportivo. El ruso porque es impaciente, triunfalista, mezquino; Yates, porque no se puede jugar su prestigio con un resultado catastrófico si, apoyando a su líder, sacrifica las oportunidades con su segunda espada. Majka y los otros ya están muy lejos, y con el presupuesto del tinkoff se tiene que lograr más que top 10 en las grandes. Una encrucijada.

El mundo ciclístico es curioso. Eusebio Unzue le pagó años de resultados a Valverde, apoyándolo para que llegase al podio del Tour, y fue –seguramente con razón- responsabilizado de hundir con ello el Tour de Quintana. Arriesgó demasiado siendo agradecido con Valverde, que tantos triunfos y dedicación le ha reportado. Por otra parte, los medios vieron con buenos ojos que Mikel Landa buscara su propia historia en desfavor de Aru, en el Giro pasado, cuando también era claro que el vasco estaba mejor que su líder. Asunto de carisma e imagen, diríamos.

Contador esta aún vivo y coleando, ahora; pero en la quinta etapa se quedaba por segunda vez y en ascensos de medio pelo. Roman tomó una decisión controvertida alegando problemas de pinganillo, problemas “de comunicación” -fueron sus palabras-. Pues bien, según las estadísticas esa es la mayor causa de separación entre parejas. Así que si bien el desenlace de la telenovela sobre el fin del equipo de Oleg todavía tiene capítulos, el de la pareja en discordia si tiene fecha de caducidad: se sabrá en la etapa de este 9 de julio, que pasa, como en las historias interesantes, por el cielo y el infierno. El cielo del Tourmalet y tres puertos más, para terminar a cuchillo en un descenso infernal, y para la pareja Contador-Kreuziger, parecería que terminará en un desabrido divorcio.

miércoles, 1 de junio de 2016

ESE MOLESTO RUIDO EN LA VENTANA



Rigoberto Urán luchando una etapa 

Hay notas que no quisiéramos escribir nunca, ya porque tememos igualarnos en la pobreza de las sinrazones, ya porque se dirigen a quien nos ha merecido respeto o afecto. Esta es una de esas notas. Esta que va dirigida a Rafael Mendoza, el periodista; pero la escribo porque también hay deberes con la justicia y la verdad que nos igualan a periodistas y lectores, a profesionales y aficionados, especialmente cuando se trata de vindicar a quienes, mereciéndonos igual o más respeto y afecto, son mancillados desde el rencor y  aun así mantienen su silencio de templanza, aunque para casi todos sea evidente que se trata de un ataque personal, sin razón y sin altura. Por eso también, Rafael Mendoza, corresponderé al mismo tono desconsiderado de sus artículos.


Esta nota podría ser una defensa de Rigoberto Urán, porque los hombres que nos han enseñado el valor, el trabajo y el sacrificio sobrehumano, merecen defensa. Sépalo usted desde hoy Rafael Mendoza: nuestros verdaderos héroes, nuestros buenos ejemplos, invitan por su merecida dignidad a su defensa, y por eso mismo es difícil no entender la profunda indignación que nos mueve a tantos colombianos.


Dije que esta podría ser una defensa de Rigo, pero aclaro que no lo es. No voy a defender a Rigoberto Urán, porque no lo necesita. Su estatura humana es conocida por todos; su historia de joven responsable, de adolescente cabeza de familia, de ejemplo gallardo que se sobrepone a la absurda e injusta muerte de su padre, esa historia real, ha trascendido las fronteras y ha sido contada en diferentes países e idiomas, idiomas que usted de seguro no será capaz de entender. No en vano el chico estiró con su tenacidad las horas del día para ser estudiante, trabajador del chance y campeón de ciclismo. Sí, escúchelo bien: campeón. Siete medallas nacionales y cinco panamericanas juveniles se posaron en su pecho valiente, y entre ellas –aunque a Ud. le cueste reconocerlo, estaba el dorado color que distingue a los primeros-.
Rigo con la medalla olímpica que conquisto para Colombia


Su dimensión de ciclista tampoco necesita defensa y también ha llegado a otras tierras. Pionero de la nueva era del ciclismo colombiano, fue contratado en Europa con solo 19 años; pionero en el Sky, el equipo de la máxima tecnología y el pago dignificante; pionero ganando etapas en pruebas en las que no conocíamos el sabor del triunfo. Primer título de mejor joven en el regreso de los escarabajos a la élite, en uno más de esos Giros donde también ha sido primero en 2 etapas: una en escapada y otra contra el reloj. Pionero, como no, ganado una prodigiosa medalla olímpica de plata, en un terreno que no era su especialidad, a costa de sentir la asfixia y el sabor a sangre en la boca luego de una escapada imposible, que él inicio. Recuerde que fue la primera medalla colombiana en esos olímpicos, la que abrió el camino y sembró confianza en los nuestros. Pionero y primero, ganador muchas veces, que también nos ha enseñado que es capaz de levantarse después de una caída brutal como la del mundial o la del reciente Giro. Por eso no necesita defensas. Tampoco precisa levantarse por los ataques de su artículo, pues está claro, muy claro, aunque usted no sea capaz de entenderlo, que aquí quien cayó no fue él, fue usted, Rafael Mendoza.
Rigo, con las huellas del esfuerzo


Su caída duele, Rafael, porque he sido su lector, alguien que disfrutó de sus informaciones y comentarios; pero también alguien que tiene muy claro que, aunque el periodismo ha sido hermano del ciclismo colombiano en su crecimiento, no fue Rafael Mendoza, por más tiquetes que exhiba para justificar sus desaciertos, el que llevó a nuestros ciclistas a Europa; por el contrario: si hoy puede usted ufanarse de que asistió al Tour, el Giro o la vuelta, es gracias al arrojo y disciplina de los Cochise, Lucho, Parra, Oliverio, Urán y un extenso etcétera de gladiadores del ciclismo. Espero que no esté dispuesto a desconocerlo o negarlo, y espero que ya que exhibe el diccionario para definir el término segundón, cargado en sus artículos de un pestilente tufo a resaca de odio, no se atreva tampoco a decir que Fabio Parra es un segundón, o tercerón, porque no exhibe los dos subtítulos de Urán o su impagable medalla olímpica. Capaz es de hacerlo, sólo espero que la jubilación le dé tiempo para entender su error.


Por esas chapuzas ha caído usted con sus artículos y ha caído hasta el fondo. Por mentir cuando dijo de Rigo (y cito sus palabras): “Todos pensamos que podía ser la salvación para Chaves pero el antioqueño se puso al frente por unos segundos para irse luego con el español, sin mirar ni una vez atrás y sin colaborarle a su compatriota como lo había prometido el viernes. (Resaltado fuera del original).


Hay tanta mala intención en esas palabras: “por unos segundos”; falta usted tanto a la verdad que en su otro artículo se sabe obligado a citar de otro comentario que fueron “unos minutos”. No sé cuántas veces Rafael Mendoza ha repetido usted esa etapa en youtube, pero sí sé que al verla y a pesar de tragarse su saliva espesada de rencor, la baba de la mentira aún le aflora por las comisuras de la boca, y que aun así se ratifica en este y otras falacias, y por eso su actitud es imperdonable.


Porque bastarían las palabras del sincero Chaves, la preocupación por su amigo Rigo en la caída de la última etapa, las repetidas muestras de agradecimiento y afecto que todos los demás sí podemos ver y escuchar, para que usted se desdijera. No lo hace, y por el contrario enarbola su estandarte furioso contra Urán, contra los lectores sorprendidos e indignados, contra cualquier forma de conciencia y razón. Sé, Rafael Mendoza, que una persona no se define por un acto o un artículo, pero no dudaré al decir que en este Ud. deformó la verdad, que es otra forma de decir que mintió, y que lo hizo con una actitud que la cortesía calificaría de tacaña, pero que las circunstancias obligan a definir, en su propio estilo, como alevosa y mezquina (puede, si gusta, consultar el diccionario).


No se desdice, no. Y vuelve a la carga arrogante, exhibiendo credenciales como los viejos funcionarios que creen que las ideas y razones se compran con cartulinas enmarcadas. Vuelve a la carga, pero no es la constancia lo que lo define a usted al escribir nuevamente sobre el tema. La constancia es una virtud, la necedad no. Y necio, me decía alguien, es quien redobla su ímpetu en una acción cuando ni siquiera comprende o ya ha olvidado sus propósitos. Esa palabra, necio, sí lo define en esta, su extraviada etapa de jubilado. Eso, que es trasparente para muchos, no lo ha entendido usted, y es oportuno que lo haga.


Debe saber también que quienes leímos su reacción no teníamos necesidad de confirmar que ya goza Ud. de la jubilación: eso es evidente en el talante agrio con el que asume las críticas, en ese tono arrogante que emana y que corresponde a otra época, una época en que el lector era un mero receptor de palabras, distante y pasivo, porque no tenía oportunidad para la opinión y la respuesta. Esta, la del Internet, parece que ya no es su época, y eso los demás lo percibimos con diáfana transparencia, aunque usted no sea capaz de entenderlo.


Recuerde también que esa aristocracia periodística que nos enrostra al mencionar viajes y artículos, también puede recibirse con beneficio de inventario. Sabido es que la inercia de los sistemas, los oficios y las empresas, hacen que la gente ocupe por años oficios que nunca alcanzan a dominar o que ya no alcanzan a entender bien, que esa misma inercia permite que algunos alcancen títulos o responsabilidades que no merecen o ya no son capaces de ejercer. A usted, que tanto gusta de las definiciones de primogenituras, le recordaré que la presidencia es por antonomasia el primer cargo de un Estado, y en este país tuvimos un presidente con Alzheimer y otro en quien era imposible escoger si era más bruto que ignorante, y tuvimos que concluir que era por igual las dos cosas. Entonces, no exhiba credenciales, no levante ese tono iracundo, simplemente reconozca su yerro o mejore sus argumentos.


Dice usted que “En vez de darle una mano, como todos lo esperábamos le propinó el último golpe ya que lo acabó moralmente pues el bogotano debió sentir un golpe definitivo a su ilusión al ver que se alejaba la última tabla que podría salvarle el título”. Y no me detendré en la ausencia de algunas comas, o en otros errores de redacción, más evidentes en su farragoso segundo artículo, pues me sé incapaz de ello (y lo reconozco), y porque soy capaz de reconocerlo dejaré que lo haga alguien con mejor criterio, como todos deberíamos hacer cuando algo ya nos excede. En lo que sí me detendré es en la mala intención de esas palabras: no quiere entender usted, a pesar de saberlo y de haberlo citado, que Esteban simplemente no podía, que estaba enfermo de gripa desde hacía días, que sucumbía al tratamiento, asfixiado desde muy abajo en la montaña: la boca abierta desde temprano, los parpados retraídos, el digno gesto del supremo esfuerzo antes del ataque de sus rivales deportivos. No quiere o no puede entender, Rafael Mendoza, que el respiro que le ofreció Rigo salvó el podio; que sin ese apoyo de referencia y ese cortar el aire, sin ese aupar -cuyo gesto de invitación vimos todos-, Esteban se habría hundido realmente y lo habría perdido todo. No  quiere entender usted eso…o no puede, a pesar de que al término de su despliegue de credenciales se autoeleve al olimpo del periodismo al decir: “Si ello no me capacitó para presentar una visión profunda y real de una competencia o para juzgar la importancia de un ciclista creo que perdí el tiempo”. Sí, perdió su tiempo, aunque su mala fe no alcance a perder al Espectador, que rápidamente aclaró que se apartaba de su columna. Es que Ud. no puede ver lo trasparente, Rafael Mendoza, pero ¿por qué no puede?


ALGO HUELE MAL


Algo huele mal en su acusación de traidor a Urán, en la descalificación de su inteligencia para correr, en reconocer males a otros pero no reconocer la bronquitis de Rigo, en justificar en  otros sus resultados, pero no los de Rigo, en negarle el protagonismo de su esfuerzo y en la inocultable mala leche de la palabra segundón (y hay que ver que Ud., creyéndonos tontos en masa, muestra definiciones asépticas, cuando cualquier lector reconoce su intención más allá de las excusas o falsas aclaraciones). Sí, señor, en suponernos engañables, en su arrogancia destemplada, en su percepción de la carrera y de las intenciones de Rigoberto hay algo que huele mal, porque usted está oliendo traiciones que nadie más percibe.


Un oportuno recuerdo me ayudará a explicárselo: en mi barrio había una señora a la que le decían “huelefeo”. Una sencilla historia: la señora se paseó por el supermercado, su casa, el barrio. Y se quejó todo el día de que el barrio, la casa y el super olían a M…. a feo. Ingenua ella, descubrió su error cuando alguien le hizo entender que sus dedos se habían untado del resultado final del metabolismo de su perro, y ella lo había fijado, al rascarse, bajo su nariz atormentada.  Y atormentado como ella se muestra usted al escribir, Rafael Mendoza, en contra de la inmensa mayoría para la que El Espectador le permite escribir, en contra de esa multitud de ciudadanos a los que considera tarados mentales cuando cita, como respaldo a su tesis, que la “gente no tiene capacidad de análisis”, y que es de “un fanatismo estúpido y regionalista”; gente que es todo ese mundo que en su criterio “Si la tendencia es huelga de hambre, todo el mundo se muere de hambre sin preguntar por qué”. Entonces déjeme preguntarle: ¿se toma usted el tiempo de escribir, Rafael, interrumpe su placidez de retiro sólo para sacarnos de la estupidez? Si es así, perdóneme por no agradecerle, a pesar de sus muchos tour, sus columnas y sus 19 años, porque lo hace desde el desprecio y una desafortunada superioridad que no puedo reconocerle. También en ello hay algo deforme, torcido, mezquino.


No vamos tampoco a agradecerle su nueva versión del ¡Usted no sabe quién soy yo! Porque eso solo dibuja su actual estatura de pigmeo moral, y porque hoy el país necesita más Rigobertos Urán, hombres de verdad que pasen por encima del dolor y lo venzan sin rencores, pioneros que construyan dignidad y país, campeones de la vida y la sociedad, y no Rafaeles Mendozas. Por eso no le vamos a agradecer, porque sabemos que lo que no necesita este país, hoy y siempre, es personajes que mientan y aticen rencores con la nimia excusa de que algo fétido les ensucia el bozo, bajo su nariz, y ellos displicentes y necios se lo atribuyen a otros. Le agradeceremos más bien si busca sobre su boca las razones de ese malsano odio a Rigoberto Urán, ese sentimiento turbio y mezquino que afea su mundo y parece dominar sus impresiones y actitudes.


Porque mezquino es también poner a Nairo de escudo para justificarse, para ganar adeptos a su causa. Mezquino es tratar de dividirnos entre Nairistas, Chavistas o Uranistas, como alguna vez se dividió el viejo país de sus recuerdos entre Suaristas y Cochisistas (a pesar de que nunca ha habido ciclistas más fieles y amigos más cercanos que ellos, que corrieron como dignos rivales, como corresponde al deber de responder con profesionalismo a las propias divisas, igual que hicieron Chaves y Urán).


Aún está a tiempo de rectificar, Rafael Mendoza. Pero para recuperar la razón y la dignidad, que perdió queriendo arrebatársela a otro, debe reconocer sus errores con gallardía y debe cambiar su actitud, abrirse a las razones y los argumentos, en lugar de refugiarse en los que, por respeto a lo que usted fue, no le dicen que ya está extraviado. Espero que lo haga, porque lamentaría que, en insulsa insistencia, Rafael Mendoza se convierta en ese ruido molesto en la ventana: el que produce la mosca que se revienta a golpes la cabeza, una y otra y otra vez, torpe y necia contra el diáfano cristal, sin comprender su transparencia.
               N. C. R. Colaborador del Muro del Ciclismo

viernes, 8 de abril de 2016

Dear Abby, a la que escribe el "ciclista consternado", es columna que da consejos y responde todo tipo de inquietudes de sus lectores, tiene 110 millones de lectores en el mundo. Esta es la carta:  

Querida Abby, nunca le he escrito antes, pero realmente necesito su consejo. Sospecho desde hace tiempo que mi esposa me engaña. Veo las señales habituales: suena el teléfono, contesto y la persona que llama cuelga sin decir nada.

Últimamente ella ha estado saliendo mucho con ‘las amigas’, y aunque cuando le pregunto por sus nombres siempre me dice: “sólo son unas compañeras del trabajo, que no conoces.”
Trato de mantenerme despierto para ver cuando llega a casa, pero siempre estoy dormido cuando regresa. Y mi madre dice que es porque no quiero saber la verdad.

Anoche volvió a salir y me decidí a comprobar la verdad. Alrededor de la medianoche, decidí ir al garaje para esconderme detrás de mis bicicletas de carretera y de montaña con el fin de poder obtener una buena vista de la calle. Cuando llegó a casa después de su salida nocturna con ‘las amigas’, salió del carro abrochándose la blusa que estaba medio abierta. Luego sacó la ropa interior de su bolso y se la puso en la oscuridad.

Y fue en ese preciso momento querida Abby cuando, agazapado detrás de mi bicicleta, me di cuenta de una ligera fisura en el tubo diagonal del cuadro de la bici de ruta.
¿Es esto algo que pueda arreglar por mí mismo o debería acudir a la tienda de bicicletas?

Atentamente; un ciclista consternado.

domingo, 8 de junio de 2014

ADOLFO ZABLEH, SUPLENTE DE CHISTOSO


           (RESPUESTA A "COLOMBIA ES AMOR" DE ADOLFO ZABLEH)

               Adolfito ejerciendo de vicechistoso

 
Ansioso afán de reconocimiento de Adolfo Zableh, quien no se decide entre dos oficios: periodista o payaso, y opta por una tercera alternativa: su grosera mezcla. 

"Nairo Quintana dijo que Colombia era amor y salimos a celebrárselo como si se hubiera ganado otro Giro". Así comienza el articulo de Adolfo Zableh Durán, que termina con una joya del mismo brillo de latón de su pluma: "Curioso entonces lo de Nairo Quintana, que cree en Colombia pese a la manoseada que le pegaron los candidatos a la presidencia, y encima dicta cátedra de cómo se debe andar en bicicleta. Ese señor tiene que ser un putas".
 

Catedra de lo que segun él es ser colombiano -mezquina catedra de acomplejado- nos pretende dar Fito  Zableh. Pretende además -y es moda- justificar sus peregrinos juicios repitiendo en tono fatídico obviedades sin contexto.

Olvida Adolfito que cuando Nairo dice "Colombia es amor" (algo que Adolf no quiso o no pudo captar), habla y piensa generosamente desde la emoción del triunfo; y piensa, no en los emergentes amigos de Adolfito, ni en los criminales de corbata del entorno de Fito, pues a esos nunca se los encontró mientras él labraba el campo de Cómbita. No piensa en los Adolfitos de astucia ladina que se aprovechan del esfuerzo de otros para conseguir lectores, valiéndose de la bondad y el esfuerzo de los Nairos). 

No, el tímido campeón piensa en Colombia desde lo que conoce: el recuerdo benévolo de su familia, la nostalgia de los rostros de sus vecinos y maestros. Gente buena y trabajadora que, al parecer, Fito nunca ha visto, al menos no abundan en el baño en que el articulista suele fotografiarse.


En su texto (retazo de decires sueltos que se escuchan en cualquier barra de bar, que el articulista ha pegado con babas) el desacierto compite con la idiotez. ¿Pensó que ganaría el Pulitzer con frases como: "Ahora para pasar una cuenta de cobro hay que presentar hasta examen de sangre"? o que ganaría el premio nacional de filosofía con: "Aquí sobrevaloramos a la familia y subvaloramos la amistad, por eso somos subdesarrollados".


Muchos tipeadores -demasiados para mi gusto-, a falta de tema o razonamientos pretenden hacerse un nombre tratando de brillar con el fulgor de la hojalata, disfrazándose de niño diferente. Adolfito, por ejemplo, funge sin sal y sin picante de L'enfant terrible, y fracasa, como suele fracasar la hojalata que se quiere vender de plata. 

Él, Adolfito, que trata de ganar audiencia tomándose fotos bebiendo de un orinal; él, Fito, que cada vez que consigue tomarse una foto -como ahora lo puede hacer cualquier parroquiano- con Milla o cualquier otro personaje, le chanta el brazo sobre el hombro (¿para que pensemos que son muy amigos, que Adolfito, el arribista, es muy importante?).



Y es este pesado arribista el que intenta escribir sobre Nairo y decir que los políticos lo han "manoseado". No lee, Fito, Adolfito no lee; por eso no se entera de Nairo es dignidad, normalidad sin oropel. Lo dice un periodista español, lejos de aquí. Recupero lo esencial: Nairo es indiferencia al show-business que no admitió el enfoque de la famosa Carta a Nairo (Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (que, agrego yo, Adolfito nunca tendrá, ni como suplente). Y Nairo, directamente, dice: “Quieren vender un amarillismo para llamar la atención y mostrar a un pobre… a un pobrecito”. Y lo rechaza porque él sí tiene dignidad y no acepta que lo señalen de pobrecito tocado por la varita del destino: “pobre-del-campo-que-acaba-triunfando-en-el-deporte“. Eso que vende en los medios, pero como decía el periodista español, implica la supuesta huída de una condición indigna; algo que Nairo no cree: su vida siempre ha sido digna, aun sin dinero. Por eso siempre dice: “mi tierra”, “mi gente”, porque sigue siendo orgullosamente del campo, orgulloso de su condición. Nairo, el que hizo un llamamiento al apoyo de los campesinos colombianos en sus protestas, el que no se ha plegado a los políticos (y les ha señalado sus engañosas promesas).

Dije que las tonterías de Adolfito eran porque no lee, pero debo excusarme: lo que sucede es que Fito no piensa. Si pensara se daría cuenta de lo evidente: que aunque cite a Rodallega, Falcao o Nairo y se tire una joya de apunte sobre Giraldo (¡qué gran ejercicio de estulticia, que manera de ahorrar neuronas!), el verdadero ejemplo de lo que está mal en el colombiano es él, Fito zableh: fatuo voceador de simplezas, heredero -sin fortuna- del harakiri nacional de Fernando Vallejo, y peor: columnista suplente que no se ha enterado aun de que, el puesto de payaso-columnista, ya está sobreocupado.

                                                  ***
para ver el artículo de Adolfito Zableh, ver: 
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/colombia-es-amor/14087057