sábado, 25 de mayo de 2013

LA ÉPICA Y LOS CICLISTAS COLOMBIANOS


Por NCR

Los seres humanos nos buscamos en el espejo de lo que admiramos, en las gestas de los héroes que encarnan los valores y búsquedas que dan sentido a nuestras vidas. En esa búsqueda, la épica (del adjetivo epikos, relativo a la poesía heroica), nos remite al relato de hechos legendarios que, por la desmesura de su heroísmo, están en el límite de la ficción y la realidad, los que acercan a los mortales a la categoría de verdaderos dioses.

La etapa 20 del Giro de Italia 2013, con sus 210 kilómetros, con las devastadoras rampas de las tres cimas de Lavaredo castigando a los ciclistas bajo el volátil armiño de la nieve y sus 14 grados bajo cero, ha vuelto a dar su real significado a esa palabra. 

Vicenzo Nibali, el ganador de la etapa, pidió que le echaran té caliente en las manos después de cruzar la meta, para poder quitarse los guantes sin mucho dolor, pues en sus palabras "estaba preocupado de que se me quedara un dedo en el guante". El colombiano Fabio Duarte, segundo en la meta y menos acostumbrado a los climas glaciales, en sus primeras declaraciones dio cuenta del terrible sufrimiento que significó su esfuerzo: “debo confesar que alcancé a llorar por el dolor que significaba no sentir las manos ni los pies por el intenso frio mientras escalaba”.  Rigoberto Uran, quien completo el podio, cruzó la llegada con sus cejas escarchadas, blancas; la viva imagen de un moderno moisés qué, en lugar del mar, arribaba a meta partiendo en dos la blanca montaña con sus pedalazos, para anunciar la buena nueva del ciclismo colombiano: el nuevo testamento del ciclismo lo están escribiendo los escarabajos de los Andes.

Una etapa individual ganada con Uran y otra para los dos colombianos del Sky en la crono por equipos; tres segundos lugares con Betancur además del de Duarte; muchos top 5 y top 10 con otros ciclistas del país del legendario Cochise; el subcampeonato de Uran; la quinta plaza con Betancur (el mejor joven del Giro); presencia de los colombianos en todas las clasificaciones y en casi todas las escapadas de la ronda, ratifican la verdad incontestable del regreso del ciclismo colombiano al primer plano de Europa.

Épica, no cabe otra palabra. Y tendremos que acostumbrarnos a ella porque a los triunfos alcanzados en distintos continentes por Quintana, Henao, Arredondo, Acevedo,  Sánchez, Chamorro y muchos otros colombianos, tan sólo en lo que va del 2013, habrá que sumarle lo que harán en el segundo semestre los Chaves, Anacona, Rubiano, Serpa, Sarmiento, y tantos otros que el poco espacio de una nota hace imposible nombrar.

Épica, escrita con mayúsculas, porque el heroísmo de sus logros rebasa los límites de lo que era creíble hace sólo un par de años. Épica, porque han surgido de la pobreza y el esfuerzo máximos, en un país que poco a poco debe acostumbrarse a que sus mitos no pueden estar entre los delincuentes que idealizan las series de televisión, mientras algunos de sus verdaderos héroes recorren el país y el mundo limpiando el nombre de Colombia con su sacrificio, y arriesgando sus vidas sobre una frágil bicicleta.