(RESPUESTA A "COLOMBIA ES AMOR" DE ADOLFO ZABLEH)
Ansioso afán de reconocimiento de Adolfo Zableh, quien no se
decide entre dos oficios: periodista o payaso, y opta por una tercera alternativa: su grosera mezcla.
"Nairo Quintana dijo que Colombia era amor y salimos a celebrárselo como si se hubiera ganado otro Giro". Así comienza el articulo de Adolfo Zableh Durán, que termina con una joya del mismo brillo de latón de su pluma: "Curioso entonces lo de Nairo Quintana, que cree en Colombia pese a la manoseada que le pegaron los candidatos a la presidencia, y encima dicta cátedra de cómo se debe andar en bicicleta. Ese señor tiene que ser un putas".
Catedra de lo que segun él es ser colombiano -mezquina catedra de acomplejado- nos pretende dar Fito Zableh. Pretende además -y es moda- justificar sus peregrinos juicios repitiendo en tono fatídico obviedades sin contexto.
"Nairo Quintana dijo que Colombia era amor y salimos a celebrárselo como si se hubiera ganado otro Giro". Así comienza el articulo de Adolfo Zableh Durán, que termina con una joya del mismo brillo de latón de su pluma: "Curioso entonces lo de Nairo Quintana, que cree en Colombia pese a la manoseada que le pegaron los candidatos a la presidencia, y encima dicta cátedra de cómo se debe andar en bicicleta. Ese señor tiene que ser un putas".
Catedra de lo que segun él es ser colombiano -mezquina catedra de acomplejado- nos pretende dar Fito Zableh. Pretende además -y es moda- justificar sus peregrinos juicios repitiendo en tono fatídico obviedades sin contexto.
Olvida Adolfito que cuando Nairo
dice "Colombia es amor" (algo que Adolf
no quiso o no pudo captar), habla y piensa generosamente desde la emoción del triunfo; y
piensa, no en los emergentes amigos de Adolfito, ni en los criminales de
corbata del entorno de Fito, pues a esos nunca se los encontró mientras él labraba
el campo de Cómbita. No piensa en los Adolfitos de astucia ladina que se aprovechan del
esfuerzo de otros para conseguir lectores, valiéndose de la bondad y el
esfuerzo de los Nairos).
No, el tímido campeón piensa en Colombia desde lo que conoce: el recuerdo benévolo de su familia, la nostalgia de los rostros de sus vecinos y maestros. Gente buena y trabajadora que, al parecer, Fito nunca ha visto, al menos no abundan en el baño en que el articulista suele fotografiarse.
No, el tímido campeón piensa en Colombia desde lo que conoce: el recuerdo benévolo de su familia, la nostalgia de los rostros de sus vecinos y maestros. Gente buena y trabajadora que, al parecer, Fito nunca ha visto, al menos no abundan en el baño en que el articulista suele fotografiarse.
En su texto (retazo de decires sueltos que se escuchan en cualquier barra de bar, que el articulista ha pegado con babas) el desacierto compite con la idiotez. ¿Pensó que ganaría el Pulitzer con frases como: "Ahora para pasar una cuenta de cobro hay que presentar hasta examen de sangre"? o que ganaría el premio nacional de filosofía con: "Aquí sobrevaloramos a la familia y subvaloramos la amistad, por eso somos subdesarrollados".
Muchos tipeadores -demasiados para mi gusto-, a falta de tema o razonamientos pretenden hacerse un nombre tratando de brillar con el fulgor de la hojalata, disfrazándose de niño diferente. Adolfito, por ejemplo, funge sin sal y sin picante de L'enfant terrible, y fracasa, como suele fracasar la hojalata que se quiere vender de plata.
Él, Adolfito, que trata de ganar audiencia tomándose fotos
bebiendo de un orinal; él, Fito, que cada vez que consigue tomarse una foto -como
ahora lo puede hacer cualquier parroquiano- con Milla o cualquier otro personaje,
le chanta el brazo sobre el hombro (¿para que pensemos que son muy amigos, que Adolfito,
el arribista, es muy importante?).
Y
es este pesado arribista el que intenta escribir sobre Nairo y decir que los políticos
lo han "manoseado". No lee, Fito, Adolfito no lee; por eso no se
entera de Nairo es dignidad, normalidad sin oropel. Lo dice un periodista
español, lejos de aquí. Recupero lo esencial: Nairo es indiferencia al show-business
que no admitió el enfoque de la famosa Carta a Nairo (Premio Nacional de
Periodismo Simón Bolívar (que, agrego yo, Adolfito nunca tendrá, ni como
suplente). Y Nairo, directamente, dice: “Quieren vender un amarillismo para
llamar la atención y mostrar a un pobre… a un pobrecito”. Y lo rechaza porque
él sí tiene dignidad y no acepta que lo señalen de pobrecito tocado por la
varita del destino: “pobre-del-campo-que-acaba-triunfando-en-el-deporte“. Eso
que vende en los medios, pero como decía el periodista español, implica la
supuesta huída de una condición indigna; algo que Nairo no cree: su vida
siempre ha sido digna, aun sin dinero. Por eso siempre dice: “mi tierra”, “mi
gente”, porque sigue siendo orgullosamente del campo, orgulloso de su
condición. Nairo, el que hizo un llamamiento al apoyo de los campesinos
colombianos en sus protestas, el que no se ha plegado a los políticos (y les ha
señalado sus engañosas promesas).
Dije
que las tonterías de Adolfito eran porque no lee, pero debo excusarme: lo que
sucede es que Fito no piensa. Si pensara se daría cuenta de lo evidente: que
aunque cite a Rodallega, Falcao o Nairo y se tire una joya de apunte sobre
Giraldo (¡qué gran ejercicio de estulticia, que manera de ahorrar neuronas!), el
verdadero ejemplo de lo que está mal en el colombiano es él, Fito zableh:
fatuo voceador de simplezas, heredero -sin fortuna- del harakiri nacional de
Fernando Vallejo, y peor: columnista suplente que no se ha enterado aun de que,
el puesto de payaso-columnista, ya está sobreocupado.
***
para ver el artículo de Adolfito Zableh, ver:
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/colombia-es-amor/14087057